viernes, 7 de febrero de 2014

Entrevista a Rafael Moreno y Moisés Ríos

1.- A modo de resumen ¿estamos locos los costaleros?

Eso nos decían medio en broma muchos de los costaleros a los que entrevistamos. Nos preguntaban si queríamos averiguar si estaban locos, añadiendo algunos que no hacía falta ni preguntarlo por lo evidente que era. 

En todo caso, la respuesta a esa pregunta depende de lo que entendamos por “estar loco”. Si consiste en padecer una patología psicológica, no hemos encontrado nada parecido en nuestro estudio. Pero si por locura entendemos pasión y gusto considerable por una determinada actividad, entonces sí podemos decir que hemos encontrado ese placer y grandes satisfacciones con lo que hacen bajo las trabajaderas y con lo que le rodea. 

Moisés Ríos Bermúdez y Rafael Moreno Rodríguez. Autores de "¿Locos del Costal?"


2.- Existe una larguísima bibliografía a través de la que diversos autores han analizado aspectos relativos con el costalero. Entre ellas ustedes mencionan en su libro análisis basados en la antropología, el deporte, la historia la fotografía, la literatura, la medicina y un larguísimo etcétera. Sin embargo, parece que aún ningún investigador se había preocupado del aspecto psicológico de esta labor. ¿Era lógico pensar que era necesario cubrir esta faceta o por el contrario no era tan evidente o incluso tan necesario? 

Cuando empezamos a plantearnos hacer un estudio sobre los aspectos psicológicos del costalero, encontramos algunos acercamientos al tema. Sin embargo, nuestra intención era abordarlo de manera más amplia y sistemática, estudiando qué hacen, piensan y sienten como costaleros sobre su labor. Queríamos saber en qué consiste ser costalero, por qué lo son y qué factores personales y ambientales les influyen. Y todo ello efectivamente no estaba estudiado, por lo que, como nos han dicho en varias ocasiones, este libro viene a cubrir un hueco que existía. 

Cuadrilla de San Rafael Arcángel.
3.- ¿De dónde surge la idea de analizar este aspecto psicológico del costalero? 

El trabajo surge de nuestro gusto por el mundo de la Semana Santa en general y por el del costal en particular. Y como psicólogos nos interesaba conocerlo desde el punto de vista de nuestra profesión, estudiando los aspectos que hemos señalado en la pregunta anterior. 

4.- ¿Qué objetivos se pretendían alcanzar con el mismo? 

A partir de nuestro interés inicial, durante la investigación fuimos dándonos cuenta que podíamos dar a conocer aspectos que normalmente son bastante desconocidos para la mayoría de las personas, incluidas muchas de las cercanas a la Semana Santa. 

5.- En el libro se explica que para alcanzarlos se preparó una batería de preguntas realizada, curiosamente, entre personas no vinculadas a los círculos de costaleros y capataces. Este aspecto nos resulta especialmente curioso. 

Realmente no se trataba de una batería de preguntas en sentido estricto. Lo que hicimos, una vez que elaboramos un primer esquema de nuestros objetivos, fue preguntarles informalmente a familiares y amigos ajenos al mundo de los costaleros qué cosas les interesaría conocer de éstos. Sus respuestas nos ayudaron a comprobar si nuestros objetivos cubrían las preguntas que estas personas se hacían o si añadían algunos aspectos que no hubiésemos considerado. Por tanto, era una manera de averiguar y procurar que nuestros objetivos fueran del interés de un público no especialista, que en definitiva era uno de los sectores al que va dirigido el libro junto con el de los propios costaleros, capataces y resto de personas ligadas al mundo de las trabajaderas. 

6.- De los dos autores del libro, uno es costalero y el otro no. Como investigadores ¿es bueno aprovechar esa experiencia o por el contrario es mejor hacer una abstracción total para no viciar el estudio? 

Antes de empezar la investigación entendíamos que sería beneficioso que uno de nosotros fuera costalero y el otro no. El primero aportaría el conocimiento obtenido de primera mano en los casi veinte años que por entonces llevaba de costalero. Y el que no lo era ni lo había sido nunca podría aportar su desconocimiento, señalando aspectos que pueden ser evidentes para quien está en ese mundo pero no para quienes no pertenecen a él. La experiencia del estudio nos dice que no íbamos descaminados y que efectivamente esa conjunción de conocimientos e ignorancias de partida ha resultado provechosa y complementaria. 

Nuestro hermano Luis C. Millán junto a su hijo durante un ensayo
7.- Y llega el momento del trabajo de campo. Cerca de 3 años de entrevistas, 137 costaleros y 30 capataces y auxiliares entrevistados, más de 144 horas de grabaciones. ¿Cómo y en cuánto tiempo se organiza toda esta información? 

Los datos que señalas en tu pregunta ya indican la extensión e intensidad del trabajo realizado. En primer lugar, de recogida de información mediante entrevistas, unas individuales y otras a grupos de entre 2 y 10 personas, incluyendo a capataces y auxiliares porque entendimos que podían aportar información adicional a las de los propios costaleros. A esa información añadimos la recogida mediante observaciones en ensayos, salidas procesionales, y mesas redondas. Además de ampliar las fuentes de información, ello nos servía para apreciar la concordancia entre lo que decían y lo que hacían, para corroborar unas fuentes de información con otras, afianzando así la fiabilidad del estudio y sus resultados. 

Por otra parte, teníamos que aprovechar la información recogida. Eso comenzaba con la transcripción a texto de lo grabado en audio. El siguiente paso era analizar esos textos, categorizando cada una de las ideas que contenían, identificando a cuál de los más de treinta aspectos de interés que habíamos delimitado correspondían cada una de ellas. Tras agrupar todos los textos correspondientes a cada uno de esos aspectos, lo que restaba por hacer era estructurar la información contenida en cada una de esas agrupaciones y presentarla de modo claro y coherente, apoyando cada uno de nuestros juicios con expresiones literales obtenidas de los entrevistados. 

Y sobre cuánto tiempo nos llevó hacer ese trabajo, baste decir que aprovechar cada una de las 144 horas de grabación exigía un mínimo de cuatro horas más. En todo caso, la mayor parte del tiempo hemos disfrutado mucho al hacer este trabajo. Nos gustaba el tema que tratábamos, y también superar el reto que suponía el estudio. 

8.- Y sobre todo ¿cuándo se considera que la muestra es lo suficientemente representativa como para detener de tomar muestras? 

Como dices, se trataba de conseguir información representativa de la realidad que queríamos describir, limitada en principio a la ciudad de Sevilla por ser a la que teníamos acceso con nuestros recursos, quedando pendiente estudiar diferencias y semejanzas con colectivos similares de otras localidades y provincias. 

Ahora bien, incluso en el ámbito en el que nos centramos, no era posible estudiar a todo el colectivo, no solo por su tamaño sino porque no conocíamos ni teníamos fácil acceso a todos sus componentes. Por eso la opción a tomar consistió en ir estudiando sucesivas muestras de personas elegidas “por accesibilidad”, simplemente por poder contactar con ellas y que se prestaran a ser entrevistadas. Por ese modo de elegir cada muestra, la información recogida tan solo podía considerarse en principio representativa de ella misma. Sin embargo, a medida que se fueron sucediendo las entrevistas a diferentes muestras de ese tipo y la información recogida en ellas resultaba semejante, pudimos ir confiando en que estaba siendo representativa del colectivo en su conjunto, por lo que decidimos terminar la recogida de datos. 

Estamos convencidos que de haber seguido haciendo entrevistas hubiéramos encontrado detalles adicionales interesantes, como de hecho así ocurría en todas las que hicimos, pero que no habría aparecido ningún aspecto central que no estuviese ya recogido. Por ello consideramos suficientemente representativa la descripción que ofrecemos en nuestro trabajo, aunque seguimos atentos a cualquier posible novedad que pudiéramos percibir al observar o escuchar a costaleros y capataces en las ocasiones en las que entramos en contacto con algunos de ellos. En este sentido, nuestro trabajo sigue abierto a posibles modificaciones. 

9.- Por lo que explica “¿Locos del Costal?” las sesiones, celebradas durante ensayos, igualás e incluso mesas redondas, se desarrollaban con preguntas prácticamente cerradas (con el fin de unificar en la medida de lo posible las respuestas). ¿Qué tipo de preguntas se hicieron? 

Las preguntas fijadas de antemano era pocas, referidas a los aspectos que entendíamos básicos y que hemos señalado en una pregunta anterior: En qué consiste ser costalero, por qué lo son y por qué empezaron a serlo, y qué cosas les influyen en su labor ya sea favorable o desfavorablemente, estudiando cómo actúan, piensan y sienten sobre todo ello. En todo caso, no planteábamos esas preguntas de una misma manera sino adaptada a la persona o grupo que entrevistábamos, procurando que surgiera como parte del diálogo fluido que pretendíamos se estableciera en cada ocasión. 

Cuadrilla de Nuestra Señora de Villaviciosa 2010
10.- Paralelamente a dichas respuestas, entendemos, y además así se explica en el propio libro, que costaleros y capataces expondrían situaciones no contempladas con anterioridad, dejándose siempre constancia de todas ellas. ¿Eran las preguntas iniciales acordes a lo que estos grupos esperaban o de lo que querían tratar, o por el contrario se debió modificar el cuestionario según se avanzaba en la toma de datos? 

Como hemos dicho arriba, no existían estudios previos sobre los diversos aspectos que nos interesaban, y por tanto no teníamos delimitado a priori un listado completo de preguntas más allá de las generales que hemos señalado en la pregunta anterior. Por eso, procurábamos que los entrevistados añadieran cualquier información adicional a la inicialmente prevista por nosotros y que pudiera resultar de interés. Eran por tanto entrevistas semiestructuradas, con partes previstas y otras abiertas a lo que pudiera surgir en ellas. Y de hecho así ocurría. Los entrevistados nos aportaban datos sobre aspectos que no habíamos considerado en un principio. No tuvimos que añadir ningún objetivo a los inicialmente planteados, pero sí logramos descripciones mucho más ricas de lo previsto de entrada, con muchos detalles en los que no habíamos caído preguntar o que simplemente no conocíamos. Es esa la utilidad de estos estudios estructurados y abiertos a la vez.

11.- En relación con los resultados, uno de los aspectos fundamentales tanto del libro como del mundo cofrade (y no cofrade) es conocer las motivaciones que mueven a una persona a ser costalero. ¿Qué mueve a una persona a meterse bajo un paso?

            Antes de hacer esta investigación siempre habíamos escuchado que se era costalero por devoción a las imágenes y a lo que representan, o por afición al oficio o gusto por un trabajo bien hecho. Con nuestro estudio hemos podido descubrir que son más variados los motivos que hacen que un costalero decida meterse bajo un paso. Uno de esos otros motivos es la amistad o el compañerismo, Muchos de los costaleros entrevistados comentaron que se acercaron a este mundo de la mano de amigos que los introdujeron en él y con los que comparten vivencias dentro y fuera de los pasos. El sentimiento de identidad o pertenencia es otro de los motivos, ya que muchos sacan un paso porque se sienten identificados con esa hermandad concreta o con la Semana Santa y la ciudad en general, de modo que saliendo de costaleros les gusta sentirse parte significativa de uno más de esos colectivos y un eslabón más de una cadena de sentimientos que viene del pasado y que se proyecta al futuro. Finalmente, hay costaleros que manifestaron que les motiva que su trabajo les permita obtener determinadas recompensas externas como la admiración, reconocimiento y agradecimiento que reciben de otras personas por lo que hacen. Estos tres motivos, además de la devoción a las imágenes y de la afición al oficio, son los que hemos encontrado que hacen que alguien se meta debajo de un paso, funcionando unos u otros en mayor o menor medida según las personas y momentos.
Cuadrilla de la Hermandad del Calvario. Donante de órganos. 2010
12.- ¿Y para continuar haciéndolo?

            Lo que hemos encontrado es que los motivos que les hacen mantener esta actividad son similares a los que los llevan a sacar pasos por primera vez. Eso no significa que los motivos iniciales permanezcan durante el resto de años en que se sale de costalero, ya que con el tiempo pueden surgir motivos nuevos que incluso tengan más fuerza que los primeros. En este sentido, por ejemplo, hubo costaleros que nos contaban que empezaron en una cuadrilla por tener allí amigos y, con el tiempo, se mantuvieron en ella por devoción a las imágenes o por un creciente sentimiento de identidad o identificación con la hermandad o el barrio.

13.- Podríamos pensar que dichas motivaciones no se mantienen inalterables a lo largo del tiempo, o ¿por el contrario coinciden en los costaleros que llevan poco tiempo con aquellos que “portan galones” dentro de la cuadrilla?

            Cada costalero tiene sus propios motivos para sacar un paso. Y pueden coincidir en distintos costaleros independientemente de que lleven más o menos tiempo en una cuadrilla concreta. Además, como dijimos en la pregunta anterior, con el tiempo las motivaciones pueden cambiar.


14.- ¿Se han tenido en cuenta a la hora de valorar los resultados los estratos sociales de los entrevistados o cualquier otro aspecto socio económico? ¿O por el contrario estos factores exógenos a las propias labores de carga no aportan nada destacable a los resultados?

            Entendemos que esos factores que señalas pueden ser importantes. El nivel cultural y el económico, sobre todo de procedencia familiar y social, de cada costalero pueden hacerles vivir ese mundo de determinadas y distintas maneras. También la cantidad y sentido de sus experiencias como costaleros, y el tipo de hermandades que han sacado, son factores que pueden influir en cómo actúan, piensan y sienten como costaleros. Por eso en el conjunto de nuestra muestra procuramos que se diera toda esa variedad de casos. Hemos estudiado así a costaleros de diferentes niveles culturales y económicos, a costaleros con 18 años y con más de 60, y a costaleros que habían sacado pasos únicamente en la Semana Santa anterior y otros con muchos años de experiencia, incluyendo los últimos años de los antiguos o mal llamados “profesionales” y de la transición a los denominados “hermanos costaleros”. Entrevistamos a costaleros que sacan una cofradía al año, normalmente la que consideran como suya, y a otros que cada Semana Santa sacan cinco o más cofradías. Y también incluimos en nuestro estudio a costaleros que sacan cofradías “de negro”, del centro de la ciudad, tenidas por más serias, y a los que sacan cofradías más populares, de barrio, consideradas “más alegres”.

            De esa forma, procurando que en nuestra investigación estuviera presente toda esa variedad de costaleros, tratábamos de facilitar que los resultados describieran de manera ajustada o representativa los objetivos que nos habíamos planteado. Y como lo que nos interesaba estudiar era el colectivo de costaleros como tal, y no personas concretas o a grupos determinados de ellas, no detallamos las diferencias que pudieran encontrarse entre tipos de costaleros.
Nos reafirmamos en esa opción al suponer lo que capataces con mucha experiencia confirmaban: Que las diferencias individuales se reducen bajo el paso. Ahí prima el carácter colectivo de la tarea, a la cual se someten las diversas formas de ser que existan bajo el paso, que por otra parte son de todos los tipos posibles, habiendo costaleros extravertidos y reservados, serios y a los que les gusta bromear, predominantemente optimistas y otros que tienden a fijarse más en lo problemático y difícil de las situaciones.

15.- Uno de los apartados de su libro se titula ¿son masoquistas los costaleros? Es curioso que saliera la necesidad de hacerse este planteamiento pues en no pocas ocasiones los costaleros son tachados como tales, sin saber muy bien estos últimos qué contestar para explicar sus motivaciones. ¿Sabían los entrevistados expresar lo que sentían o se debió actuar como si de “psicoterapia” se tratara, traduciendo las múltiples respuestas en sentimientos concretos?
       
     Hemos tenido oportunidad de entrevistar a personas que expresaban de forma directa y clara sentimientos concretos y otras a las que les costaba algo más expresarlos. Parte de nuestro trabajo consistía precisamente en facilitar la expresión de ideas y emociones mediante preguntas, peticiones o ayudas. Muchas veces pedíamos a los entrevistados que describieran situaciones concretas que hubiesen vivido para, a partir de ellas, profundizar en los significados que para ellos tenían dichos momentos. Se trata de una forma de investigar que pretende profundizar y no quedarse en la superficie. A modo de ejemplo, casi todos los entrevistados dijeron que salían de costalero porque les gustaba. Sin embargo, ese gusto podía ser muy diferente entre unos y otros según las motivaciones de cada quien, debiendo facilitar nosotros que lo explicaran.


Costaleros Hermandad del Calvario. 2013


16.- Algo curioso que sucede en muchas cuadrillas, por no decir en todas, es la identidad del individuo con el grupo y la percepción de que dicho grupo es diferente al resto. Los aspectos antropológicos de pertenencia a un grupo, identidad o seguridad parecen salir en algunas de las respuestas obtenidas, y por tanto más allá de cualquier aspecto devocional; aún cuando las motivaciones pudieran ser religiosas. ¿Es contradictorio este aspecto?

            No es contradictorio porque devoción e identidad son motivos distintos y no incompatibles, como de hecho lo hemos encontrado en una parte de los entrevistados. Muestra de ello es que hemos entrevistado a costaleros que lo eran por ambos motivos, otros a los que solo les movía uno de ellos y otros más para los que ninguno de esos dos motivos tenían importancia, saliendo de costaleros por uno o más de los tres motivos restantes que hemos encontrado y señalado anteriormente: afición al oficio, compañerismo y reconocimiento externo.

17.- Aparte de las motivaciones personales, en el libro se describe una serie de factores externos que pueden llegar a influir en los costaleros, como el propio grupo, el capataz, el acompañamiento musical. ¿Qué importancia relativa tienen estos otros factores?

            Según lo que hemos encontrado, esos y otros muchos factores tanto del medio como del propio costalero pueden influir en la labor de éste. Las personas entrevistadas nos decían que en muchos momentos hay factores determinantes para el discurrir del paso, ya que todos pueden afectar a lo que hace, piensa o siente el costalero. Por ejemplo, con unas palabras de aliento un capataz puede hacer que los costaleros se “vengan arriba” en momentos de especial dificultad, al igual que una marcha concreta o el aplauso del público pueden conseguir el mismo resultado.

18.- Suponemos que en la teoría, la mayoría de los costaleros coincidirían en sus respuestas, pero ¿qué características personales se le atribuyen al buen costalero?

           Además de un mínimo de condiciones físicas que le permitan llevar el paso y de unos suficientes conocimientos técnicos, las personas entrevistadas coinciden en señalar que un buen costalero ha de ser responsable, honesto, buen compañero, humilde, debe estar dispuesto a aprender y a aprovechar los ensayos, y debe tener capacidad de aguante en los malos momentos así como confianza en su capataz y compañeros. Muchas de estas características las resumían en una sola cuando nos decían que “para ser costalero hay que ser buena persona”. La experiencia en el mundo de las trabajaderas también se mencionaba como otro factor personal que influye en la labor del costalero, ya que a más experiencia se tienen más conocimientos y recursos técnicos.

19.- De las gualdrapas vemos salir costaleros fuertes o costaleros muy “canijos”. ¿Hasta qué punto se le da importancia a este aspecto?

            La mayoría de los entrevistados coincidían en que para ser costalero no hay que ser un superhombre. Basta tener unas condiciones físicas normales como ilustran muchos costaleros de constitución no precisamente atlética. También coincidían en que aunque esa condición física puede tenerse por constitución, normalmente se puede mejorar o adquirir con un adecuado entrenamiento en resistencia más que en potencia, algo especialmente conveniente si la ocupación del costalero el resto del año no le exige una actividad física que le ayude suficientemente a estar en forma para sacar pasos.

Ensayo Nuestra Señora del Mayor Dolor. 2012

20.- Durante la toma de datos han conocido a costaleros que vivieron los años que separaron a los costaleros profesionales de los actuales “hermanos costaleros” (aunque no necesariamente lo sean). ¿Dónde confluyen ambos mundos?

           Diríamos que confluyen en todos los motivos que hemos encontrado excepto en la retribución económica. Aunque los costaleros antiguos cobraban, esa no era la única motivación que les hacía ser costaleros, al menos a la mayoría de ellos. La afición al oficio, la identidad con la cuadrilla, el capataz o la hermandad, el reconocimiento externo y también la devoción en algunos casos eran entonces motivos para salir de costalero, igual que lo fueron y son en épocas posteriores.

21.- ¿Se repiten algunas pautas en ambos mundos?

            Las condiciones de vida de los antiguos y nuevos costaleros eran considerablemente diferentes. Por otra parte, los ensayos antes no existían a diferencia de lo que sucedió con la llegada de los hermanos costaleros. La forma de llevar los pasos tampoco era igual. Sin embargo, la responsabilidad de una buena parte de los actuales costaleros antes de la Semana Santa y de la salida de la cofradía quizás no fuera muy diferente antiguamente. Recordar y revivir a lo largo del año los momentos vividos debajo del paso es otro aspecto común. Y también como les ocurre a los actuales, cuando los antiguos no encontraban los motivos que les hacían ser costaleros, buscaban otra cuadrilla o dejaban la actividad. Además, para unos y otros, retirarse del costal era y es difícil, aunque antes permanecían bajo las trabajaderas hasta incluso después de los 60 años en algunos casos, pasando después algunos a tareas como la de aguaó, listero o ayudante del capataz para no desvincularse de ese mundo. Y quizás, sobre todo, los antiguos y los nuevos coinciden en el orgullo que sentían y sienten muchos de ellos por su trabajo y su cuadrilla.

22.- Finalmente y desde un punto de vista más personal, ¿qué aspectos recordarían entre los que más les hayan llamado la atención después de tantas entrevistas y encuentros con costaleros?


            No es fácil destacar algunos entre tantos y tantos aspectos encontrados y vividos en nuestro estudio. Quizás y por encima de todos señalaríamos la pasión de la inmensa mayoría de los entrevistados por lo que hacen en los pasos, la “locura” por la que nos preguntamos en el título del trabajo. Escucharles contar numerosas anécdotas vividas, rememorar situaciones duras que han pasado bajo los pasos, y cómo las han superado y convertido en ocasiones de disfrute personal y colectivo, han sido momentos especiales que hemos tenido el privilegio de vivir, y que hemos intentado trasmitir a quienes lean el producto de nuestro trabajo.
Costaleros Nuestra Señora del Mayor Dolor. 2013

Desde Costaleros del Calvario Córdoba agradecemos a los autores de este libro, Rafael Moreno y Moisés Ríos su amabilidad al atendernos y compartir con nosotros los resultados de tan interesante estudio, así como a la editorial Abec por habernos facilitado el contacto.

Costaleros del Calvario durante un ensayo



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